Girasoles agachados

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Quise atarte a mis versos con la urgencia de quien cruza sin mirar.
Insistí como quien se niega a perder el aliento en la primera meta
y metabolicé mis miedos con cada una de tus sonrisas.
Así aprendió a gatear esa sensación que nos empezaba a saber a tanto
y que nos dejó la lengua con ganas de más
y las manos vacías de caricias.
Quise que jugásemos a ser girasoles mirándonos los pies
mientras la vida pasa sobre nuestras cabezas repletas de tareas pendientes
y vicios sin censuras,
de esos que te dejan con la tráquea seca y el aliento en el banquillo.
Y no es sencillo mantenerse en el tiesto cuando tus sueños piden alas
y una pista de aterrizaje por si deciden que el cielo no es lo suyo.
Jugando a ser flor, me dejé deshojar hasta quedarme sin ropa
y quise probar las prisas de tu boca.
Ahora sé… que lo único jodido de tus besos
es ese sabor a recuerdo que se me ha quedado entre los dientes.

Conclusiones en do menor de un calcetín desparejado

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No es fácil ser un punto entre un millón, sobre todo cuando te haces la digna y pierdes de vista ese norte que siempre te sabe a lo mismo y nunca te quema los labios. Entonces, dejas de guardar distancias porque piensas que los metros son proteínas para que crezca el miedo y te lanzas en caída libre a un destino, sin red, que tiene poco de sorpresa porque su cara es la misma que la que se maquillan los lunes para seducirte. Hueles a caducidad aunque te resulta indiferente porque sabes que, esta vez, las coordenadas dibujan mi nombre y han secuestrado todos los peros que tu voluntad escupe al aire.
La belleza se sienta a tu lado, sólo a veces, y cuando lo hace esperas en silencio su abrazo, sus cosquillas prestadas nadando en lo más profundo de ese espacio que se inunda con tus roces.
Incluso el infinito se enamora de mi pasado y no puedo culparle, es cierto, mis antecedentes son jodidamente bonitos.

Y aquí, en este vagón de la línea 5 que huele a sueños entrecortados y perfumes de imitación, voy masticando los segundos sabiendo que mi mañana no tendrá mas sentido que el de una rutina impuesta con zapatos viejos y el pelo revuelto. Y colecciono silencios breves con los que alimentar mariposas muertas y hago examen de conciencia subida a una escalera demasiado empinada y sólo consigo empujar mis límites hasta un lugar más alto y empuñar la certeza para comerme el rencor en crudo y cierta nostalgia de bote. Voy a pelar este jueves recién parido y a hacerme una tortilla de agallas con cebolla. Quizás así pueda dejar de comerme los sesos con cuchara de palo y sonrisa de boba. Y quizás, así, esta vez me olvide del postre.

Me sobran los motivos… (o de cómo conocí a una rana felíz en una pecera de tiburones hambrientos)

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He conocido en primera persona al optimismo; a las ganas de vivir la vida como si la muerte tuviese los nudillos pegados a su puerta; al signo de las sumas con alguna dioptría de más y algún cm de menos; al querer es poder y a la conciencia recién duchada; a alguien que convierte penas de pladur en sonrisas de hormigón armado; a la naturalidad de sentirse a gusto con lo que se es y no con lo que se espera; al ansia por salirse del tiesto y reinventarse, cada minuto, porque las fronteras están para quienes no son capaces de ver más allá de su nariz; a esa improvisación que le falta algo de cuerda y le sobran motivos para respirar.

He visto, de cerca, a la sencillez de lo cotidiano envuelto en sorpresa y cara de susto; a quién no cuenta hasta diez porque prefiere perder la vergüenza que el tiempo; a la vitalidad sin subvenciones y al cariño sin edulcorar; a ese manojo de cosas por hacer que ha elegido ser ángel y que sueña con regalar alas a cambio de arrugas de felicidad a princesas con pies de barro; a esa ilusión madura que se niega a caer del árbol porque adora las alturas y piensa que el suelo es cuna de cobardes; al “porque sí” y al “porque ¿no?” vestidos de guiño y traje de flamenca; al corazón apuntando a las nubes cuando necesitas píldoras sin dorar y verdades que se dejen la puerta abierta.

Me he tropezado con la página en blanco de la tolerancia; con el afán por aprender de sí mismo y poder superarse; con ese latido imparable que puja por ser el primero en la lista de invitados a todas las fiestas; con las vistas a una playa llena de lluvia una tarde de julio pero con frío y tronando; con esa mano tendida que te ayuda a ponerte en pie y te empuja para que corras en la dirección menos equivocada; con esa exclamación de sonrisa infinita que sabe que los días son presentes envueltos en tachones y el futuro no se cuenta con los dedos sino con la esperanza contenida.

Me he encontrado con ese balón de oxígeno que no escatima en detalles; con el remedio a las excusas que no son más que arenas movedizas para blandos y con el filtro que pone brillo a mis días mate; con esa virtud para la que llegar a fin de mes es vaciarse los bolsillos de recuerdos vividos y llenarse la despensa de planes por hacer; con alguien con ton y son que contagia la enfermedad del “si puedo” y con esa farola encendida, veinticuatro horas, que ilumina todas las sombras del invierno.

P.D. Por muchas estaciones más viéndote llover pero de risa porque esta vida es de chiste y si tiene que acabarse… que nos pille siempre bailando!

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La banda sonora de mi rutina suena a vagón de metro sin duchar, a “cualquier otra parte” de Dorian, a eclipse de lunares bajo capas de abrigo, a media ración de amenaza de lluvia, a pastillas rosas que filtran el gris, a prisas por atropellar vidas y a risas por caer en la misma cuenta, a semáforo en verde y a cuatro ascensores que se alimentan de bostezos disimulados.

He untado mis tostadas con la resignación recién estrenada y sigo entrando a verte de puntillas, para no hacer demasiado ruido, y todavía está caliente nuestro nido. No vas a dejar de visitar mi rastro en este hueco vacío de plumas, por más que la cordura te rete al despiste. Lo sabes. Lo sé. Pero dejemos que los minutos galopen en dirección contraria al nosotros y la herida se irá cerrando sin premeditarlo.

Me he vuelto tan nihilista que ya no distingo entre objetivos y azar y las decisiones me saben más a excusas que a obligación. Ya sólo me dejo arrastrar por esa marea humana que camina, por descarte, hacia todas partes sin saber dónde ir.

Queridos RR.MM.

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Siéntate —me dijo Gaspar clavándo en mí sus pupilas oscuras mientras mi azul se perdía en su ajustado turbante— y yo le hice ver que mi nuevo “yo” ya no espera nada de nadie, ni de nada. Es así cómo se debe afrontar la incertidumbre de nuestra historia, aunque a veces sea tan previsible como esos bostezos de madrugada que te quitan la ropa con la pereza bien incrustada en la garganta.

Mi versión mejorada se lava la cara, se cepilla los dientes y se arrastra hasta una cocina huérfana de ese olor a roscón que asedia, sin compasión, cada hogar en estos días. El propósito de convertirme en una escultura de Juan Matías Riera no se va a ver obstaculizado por mi falta de compromiso. Más que fallarme a mi misma defraudaría a mi creciente club de fans, aunque esto lo diga con la boca en minúsculas y el modo irónico activado. Se ve que el karma ha recurrido en segunda instancia mi historial delictivo, ese en el que figuran todos mis homicidios sentimentales, mis calumnias involuntarias sobre personas a las que el adjetivo “humano” les queda dos o tres tallas grande y, en resumen, el conjunto de actividades provocadas por mi parcialidad maléfica y mi facilidad para cometer actos de pureza distraída. Alguien, en las altas esferas, ha debido condenar mi extenso curriculum y considerar que no me merezco al Ken. Será que todavía no he llegado al nivel Barbie sin recurrir a la cirugía pero… todo se andará. He ido coleccionando boletos para esa fiesta que celebra un tal Belcebú en los abismos y creo que ya tengo medio tacón dentro. No sé qué ponerme. Tal vez la opción sea sembrarme de dudas la conciencia y de miedos las intenciones y con lo que germine podría hacerme un traje a medida y ya estaría lista para caer. Sin embargo, he encontrado el mejor sastre de sonrisas que ha parido la genética. A veces se alinean los planetas para tropezar con lupas en este camino pedregoso que llamamos “existencia”, más conocida por el sector inconformista radical como “puta vida de mierda”.

Ni carbón, ni unos gramos de mirra, ni tan siquiera un “gracias por venir”—pensé mientras Melchor repasaba mis lunares con su dedo índice y yo constataba lo favorecedora que le quedaba la perilla —Esa hubiera sido la cosecha de mi calcetín esta mañana, si no fuese porque me dediqué a contar estrellas durante toda la noche. Tanta preocupación por mirarnos el escote y no nos damos cuenta de que, a pesar de ser ingratos nivel rascacielos, tenemos unas biografías más que envidiables. Hoy es un día más para valorar el mayor regalo que nuestras manos pueden soportar: la vida. Así que yo sólo pido que no me falten nunca cucharas porque voy a comérmela despacito (o rápido, según me pida mi anatomía y la efervescencia de mis hormonas en celo), saboreando cada segundo como si el mañana no estuviese inventado y poniendo a centrifugar mi historial después de un buen remojo en legía. Listo para volver a mancharse de tinta y de huellas: Capítulo 2016.

Y ahora, tras esta declaración de intenciones más poética y estética que práctica porque a la hora de la verdad muchos seguiremos malviviendo de tristes recuerdos, de conformidades utópicas jugando a ser fieles, de moralidades promiscuas que se distraen con la conveniencia que más les calienta, de manos que se refugian en el bolsillo cuando el prójimo necesita levantarse, de miradas para el otro lado y de sonrisas más diplomáticas que reales, de platos rotos en vajillas desparejadas, de envidias insanas o con síntomas de fase terminal, de venganzas a temperatura ambiente porque somos latinos y de cierta dosis de maldad con fondo, voy a examinar primero mi nevera y después mi conciencia y puede que, esta vez, sí me haga caso y deje que la poesía me invada para empezar a creer que todo, hasta las averías más graves y las heridas más profundas, tienen arreglo.

Baltasar me reta con su boca y las prisas se atragantan con mi propia saliva. Tengo que convocar una junta urgente, concluyo ante la atenta mirada de la leyenda hecha pectorales. Sus Majestades de Oriente me esperan para una reunión informal. Orden del día: Shhhhhhh…

Nota: No tengo todo lo que pido pero… si tengo todo lo que soy y eso, es mucho más que suficiente. Salud!

 

El camino se hace al andar

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—¿Cómo ha sido tu año?—preguntó entre bostezos con la madrugada todavía pegada a la mirada.

Le regalé una de mis sonrisas perezosas, de las de andar por casa en pijama y sin duchar, de esas que llevan tiempo en la recámara por si hay alguna emergencia que disipar con el afecto de ahorro—Mi año ha sido tan poético como triste—respondí sabiendo que nunca se creería que la tristeza y yo compartiríamos lecho alguna vez.

—No soy de meterme donde no me llaman y lo sabes, pero… te quiero demasiado—y sus brazos rodearon mi nuca mientras su boca aterrizó de la forma más suave que recuerdo en mi mejilla encendida. —No deberías recrearte en el pasado—remarcó inundando mi cuello de besos.

—Lo sé… —mis manos sujetaron el exceso de compasión que se escurría de su rostro y le guiñé un ojo cómplice en señal de punto y a parte. Tenía razón, está bien nutrirse de experiencias que te hagan crecer como persona y beber todo el jugo de las lecciones que te va dando la vida, pero no se debe echar el ancla nunca. —En enero intenté dejar las drogas—relaté concentrándome en el blanco del techo porque no quería llorar más de la cuenta —pero no lo conseguí. Reconozco que estaba muy enganchada, demasiado. —suspiré resignándome a reconocer mis debilidades y recordando esos días de éxtasis cuando una luz verde iluminaba mis mañanas— ¿Crees en el amor ciego?

—El amor siempre tiene un porcentaje de ceguera que es la que eclipsa cualquier razonamiento. Y en cierto modo, eso es lo bonito, amar sin condiciones y por encima de todo. Ese es el sentimiento más puro, aunque muchas veces nos lleve a tropezarnos y caernos. Yo creo que vale la pena tener las rodillas arañadas de todos modos —me miró de reojo y los dedos de sus manos atraparon una lágrima que se precipitaba al vacío desde mi lagrimal.

—¿Sabes? Alguien me ha dicho que la vida es como el camino de Santiago. Que a lo largo de ella conoces a muchas personas; unas te acompañarán durante un tramo más o menos largo; otras llegarán contigo hasta el final. Lo único que hay que hacer es disfrutar del trayecto —escupí la teoría deseando que ojalá hubiese tramos que durasen para siempre.

—Es una bonita forma de verlo. La comparto y añado, lo que te comentaba, que no debes dejar de andar hacia tu objetivo, sin mirar atrás, como mucho lo justo para coger impulso.

—Si, pero hay espinas que te llevas a la tumba… ¿Quién será? Al otro lado había alguien que hablaba, que sentía, que escribía, que mentía, vale, pero… me quería, lo sé…

—No, no te quería, ratita. De lo contrario estaría aquí, compartiendo esta almohada contigo ahora o ¿no? —alargó su mano y tomó la mía para juguetear con mis dedos.

Asentí enfocando la vista en las líneas de su palma como queriendo quedarme atrapada en su destino y proseguí —Mi enero fue el debate entre lo que quise y no pude tener. También fue la risa y el apoyo de gente con la que compartes tramos y te enseñan otros puntos de vista diferentes de los que aprender. Descubrir verdaderos amigos aunque te acompañen sólo una pequeña parte de la ruta ha sido genial. En febrero nació “No sólo pájaros en mi cabeza”, mi primer libro. Si no fuera por él, no se hubiese materializado.

—Lo hiciste sólo tú, pequeña. —corrigió clavando en mí su verde esperanza.

—Me ayudó y lo sabes —apostillé— Pero sobre todo me inspiró cada línea. ¡Era mi muso!—un escalofrío recorrió mi cuerpo y junto a él, esa extraña sensación de haber perdido mil guerras en una sola y un sabor agridulce debajo de la lengua. —Vendí muchos más de los que pude imaginar… Ha sido genial pasearme entre sus páginas, su olor a imprenta, ver su diseño final y todo ese interés que despertó en algunas personas. También fue el mes en que aprendí que la amistad no entiende de fronteras y estreché, esta vez de forma real, mis lazos con Italia. Sicilia vino a mí en forma de apoyo incondicional, de compañía, de risas y de intercambio cultural. Nunca pensé en intercambiar mi libro con el de un poeta siciliano, al que terminaría por recitarle en su idioma: Sento parlare ogni cosa. La vida está llena de sorpresas agradables y alguna ha venido para quedarse. En marzo, abril y mayo, recogí los frutos de esa recopilación de poemas hecha libro. Alguien que buscaba poetas urbanos me ofreció grabar un podcast que obtuvo más de 1.500 descargas. Nunca pensé que llegarían a interesarse por mi obra incluso de México. A raíz de eso fui conociendo a más poetas y llegó mi primer recital. Sola en un bar, arropada por gente que me aprecia y otra que ni conocía. Ahí puse el punto y a parte y empecé mi desintoxicación. —agarré su dedo índice entre los míos y me forcé a sonreír— En junio me estrené como bailarina en un teatro. Junto con mis compañeras de Funky, bailamos varias coreografías de danza moderna y un número de cabaret. El baño de aplausos es la recompensa de todos esos nervios que te asedian entre bambalinas antes de enfrentarte al público. También frecuenté una azotea que puedo decir que era como mi segunda casa, el Gymage. Tienes que ir, te encantará…
En julio recité de nuevo junto a un poeta que presentaba su libro. Esta vez había micro y escenario. Me gustó mucho colaborar en esa presentación. También fue mi mes de desconexión de la rutina. Mi familia, mis amigos, mis playas y ese océano tan frío como mi corazón…—mientras desgranaba mis vivencias, él me miraba atento sin perderse ni uno solo de mis recuerdos y yo me dejaba querer — Sin embargo, también fue el mes de la recaída. No pude evitar escribirle de nuevo. Era más fuerte que yo… pero es que le echaba mucho de menos.

—Shhhhhhh, no tienes que excusarte —y sus manos se perdían en mi pelo queriendo despistar mis remordimientos.

—Ya, lo sé. Le volví a sentir a mi lado. Me acompañó de nuevo, cada día, cada noche, cada momento. Luego vino el robo, la investigación, los trámites con el seguro y todas esas visitas a la policía. Él siempre estuvo ahí, apoyándome. Volviendo a darme esas alas que me había arrancado de cuajo en otras ocasiones. El 10 de agosto se acabó todo de forma radical. Entendió que no podía seguir mintiendo más y decidió dejarme libre.

—Te hubieses cansado… —añadió mientras me peinaban sus dedos.

—Puede o le hubiese seguido hasta el fin, quizás. Nunca estuve tan enganchada a alguien. Era mi cuento perfect…—su dedo tapo mi boca.

—Los cuentos no son así, bichito, más bien fue tu pesadilla —se atrevió a corregir.

—Bueno, fui muy feliz a ratos, aunque todo se tratase de una farsa. Me despedí de la mejor forma que pude y me apeteció y continué mi camino. El broche de oro a una historia con final de mierda ¿sabes cuál fue? —negó con la cabeza mientras esperaba mi respuesta— Pues que gané un concurso de relatos organizado por una editorial donde relataba “cómo sobreviví a mi propio muso”. Era la primera vez que ganaba un concurso literario. Me dio mucho subidón!

—Es que cuando te pones….

—Estaba de resaca y casi se me termina el plazo de entrega. Ya sabes como escribo, improvisando. Ese es mi estilo… pero se ve que gustó. —repuse intentando volver a digerirlo —¿Sabes?

—Dime, cosa guapa —me dijo mientras ladeaba su cuerpo hacia el mío.

—Yo creo que no ha podido olvidarme. He entrado en nuestro sitio y él había estado antes. Supongo que se sigue acordando de mí y yo —expuse a regañadientes mientras me llevaba una uña a la boca —creo que no podré enterrarle nunca. Tengo un libro que me lo recordará para siempre.

—Quizás haya estado enamorado de verdad, no te digo que no… pero lo que está claro es que no era quien te vendió y lo sabes, de lo contrario hubiese dado la cara si tanto te quería. Ya conoces mi opinión sobre este tema…

—A finales de agosto —quise cambiar de tema— conocí a alguien. Nunca pensé que podría volver a ilusionarme con un chico pero estaba equivocada. En septiembre aprendimos juntos a patinar en línea. Me quedan muchísimas cosas por aprender todavía en la vida. Estoy deseando que vuelva el buen tiempo para volver a coger mis patines. También volví a sentirme universitaria saliendo dos días seguidos de fiesta y terminando en un after —relaté mientras una carcajada inevitable me asaltó — Tenías que ver ese antro! Un ruso enorme en la puerta, un árabe en recepción dándonos un papel a firmar. Una sala de fumadores dónde regalaban tabaco de liar y otra sala con esa música que adoro y que parece todo el rato la misma canción. Diferente y extraño. Octubre fue genial. Repetimos curso de patinaje, un nivel superior. Nos escapamos al País Vasco y me reencontré con amistades que aprecio muchísimo y nunca olvidaré. Dicen que un clavo saca otro clavo. Lo confirmo, pero es muy difícil dar con él. Tuve la suerte de encontrarle. También hicimos una ruta por Riaza. Le vi los colmillos al silencio más absoluto, se respiraba muchísima paz en la cima de esas montañas. La ilusión, sin embargo, quedó suspendida por razones ajenas a nuestra propia voluntad y aunque se nos quedó un mal sabor de boca, espero que podamos seguir riéndonos por todo y de todo.

—Me alegra que te quedes siempre con lo bueno —repuso con una sonrisa de esas que son capaces de hipnotizar a una manada de tigres hambrientos.

—Mi nuevo “yo” no va a amargarse con lo que no sale como se espera, la vida es demasiado corta. Y no hay que esperar nada de nadie, simplemente se debe disfrutar del presente y de lo que en cada momento te hace feliz. Mi diciembre vino cargado de nuevos amigos. Este ha sido un año en el que he conocido a muchísima gente, alguna muy importante en mi vida, otra simplemente digna de admirar y alguna, se ha perdido en el camino por razones que desconozco. He vuelto a recitar mis poemas junto a dos grandes y he pasado una de las navidades más emotivas de toda mi vida… pero esa, es otra historia. Así que si me preguntas cómo ha sido mi 2015 te diré que ha estado muy bien pero algo me hace pensar que el 2016 va a tender a ser espectacular porque… lo mejor siempre está por llegar y ya sabes cómo soy… si no viene, saldré a buscarlo!!!