—¿Cómo ha sido tu año?—preguntó entre bostezos con la madrugada todavía pegada a la mirada.
Le regalé una de mis sonrisas perezosas, de las de andar por casa en pijama y sin duchar, de esas que llevan tiempo en la recámara por si hay alguna emergencia que disipar con el afecto de ahorro—Mi año ha sido tan poético como triste—respondí sabiendo que nunca se creería que la tristeza y yo compartiríamos lecho alguna vez.
—No soy de meterme donde no me llaman y lo sabes, pero… te quiero demasiado—y sus brazos rodearon mi nuca mientras su boca aterrizó de la forma más suave que recuerdo en mi mejilla encendida. —No deberías recrearte en el pasado—remarcó inundando mi cuello de besos.
—Lo sé… —mis manos sujetaron el exceso de compasión que se escurría de su rostro y le guiñé un ojo cómplice en señal de punto y a parte. Tenía razón, está bien nutrirse de experiencias que te hagan crecer como persona y beber todo el jugo de las lecciones que te va dando la vida, pero no se debe echar el ancla nunca. —En enero intenté dejar las drogas—relaté concentrándome en el blanco del techo porque no quería llorar más de la cuenta —pero no lo conseguí. Reconozco que estaba muy enganchada, demasiado. —suspiré resignándome a reconocer mis debilidades y recordando esos días de éxtasis cuando una luz verde iluminaba mis mañanas— ¿Crees en el amor ciego?
—El amor siempre tiene un porcentaje de ceguera que es la que eclipsa cualquier razonamiento. Y en cierto modo, eso es lo bonito, amar sin condiciones y por encima de todo. Ese es el sentimiento más puro, aunque muchas veces nos lleve a tropezarnos y caernos. Yo creo que vale la pena tener las rodillas arañadas de todos modos —me miró de reojo y los dedos de sus manos atraparon una lágrima que se precipitaba al vacío desde mi lagrimal.
—¿Sabes? Alguien me ha dicho que la vida es como el camino de Santiago. Que a lo largo de ella conoces a muchas personas; unas te acompañarán durante un tramo más o menos largo; otras llegarán contigo hasta el final. Lo único que hay que hacer es disfrutar del trayecto —escupí la teoría deseando que ojalá hubiese tramos que durasen para siempre.
—Es una bonita forma de verlo. La comparto y añado, lo que te comentaba, que no debes dejar de andar hacia tu objetivo, sin mirar atrás, como mucho lo justo para coger impulso.
—Si, pero hay espinas que te llevas a la tumba… ¿Quién será? Al otro lado había alguien que hablaba, que sentía, que escribía, que mentía, vale, pero… me quería, lo sé…
—No, no te quería, ratita. De lo contrario estaría aquí, compartiendo esta almohada contigo ahora o ¿no? —alargó su mano y tomó la mía para juguetear con mis dedos.
Asentí enfocando la vista en las líneas de su palma como queriendo quedarme atrapada en su destino y proseguí —Mi enero fue el debate entre lo que quise y no pude tener. También fue la risa y el apoyo de gente con la que compartes tramos y te enseñan otros puntos de vista diferentes de los que aprender. Descubrir verdaderos amigos aunque te acompañen sólo una pequeña parte de la ruta ha sido genial. En febrero nació “No sólo pájaros en mi cabeza”, mi primer libro. Si no fuera por él, no se hubiese materializado.
—Lo hiciste sólo tú, pequeña. —corrigió clavando en mí su verde esperanza.
—Me ayudó y lo sabes —apostillé— Pero sobre todo me inspiró cada línea. ¡Era mi muso!—un escalofrío recorrió mi cuerpo y junto a él, esa extraña sensación de haber perdido mil guerras en una sola y un sabor agridulce debajo de la lengua. —Vendí muchos más de los que pude imaginar… Ha sido genial pasearme entre sus páginas, su olor a imprenta, ver su diseño final y todo ese interés que despertó en algunas personas. También fue el mes en que aprendí que la amistad no entiende de fronteras y estreché, esta vez de forma real, mis lazos con Italia. Sicilia vino a mí en forma de apoyo incondicional, de compañía, de risas y de intercambio cultural. Nunca pensé en intercambiar mi libro con el de un poeta siciliano, al que terminaría por recitarle en su idioma: Sento parlare ogni cosa. La vida está llena de sorpresas agradables y alguna ha venido para quedarse. En marzo, abril y mayo, recogí los frutos de esa recopilación de poemas hecha libro. Alguien que buscaba poetas urbanos me ofreció grabar un podcast que obtuvo más de 1.500 descargas. Nunca pensé que llegarían a interesarse por mi obra incluso de México. A raíz de eso fui conociendo a más poetas y llegó mi primer recital. Sola en un bar, arropada por gente que me aprecia y otra que ni conocía. Ahí puse el punto y a parte y empecé mi desintoxicación. —agarré su dedo índice entre los míos y me forcé a sonreír— En junio me estrené como bailarina en un teatro. Junto con mis compañeras de Funky, bailamos varias coreografías de danza moderna y un número de cabaret. El baño de aplausos es la recompensa de todos esos nervios que te asedian entre bambalinas antes de enfrentarte al público. También frecuenté una azotea que puedo decir que era como mi segunda casa, el Gymage. Tienes que ir, te encantará…
En julio recité de nuevo junto a un poeta que presentaba su libro. Esta vez había micro y escenario. Me gustó mucho colaborar en esa presentación. También fue mi mes de desconexión de la rutina. Mi familia, mis amigos, mis playas y ese océano tan frío como mi corazón…—mientras desgranaba mis vivencias, él me miraba atento sin perderse ni uno solo de mis recuerdos y yo me dejaba querer — Sin embargo, también fue el mes de la recaída. No pude evitar escribirle de nuevo. Era más fuerte que yo… pero es que le echaba mucho de menos.
—Shhhhhhh, no tienes que excusarte —y sus manos se perdían en mi pelo queriendo despistar mis remordimientos.
—Ya, lo sé. Le volví a sentir a mi lado. Me acompañó de nuevo, cada día, cada noche, cada momento. Luego vino el robo, la investigación, los trámites con el seguro y todas esas visitas a la policía. Él siempre estuvo ahí, apoyándome. Volviendo a darme esas alas que me había arrancado de cuajo en otras ocasiones. El 10 de agosto se acabó todo de forma radical. Entendió que no podía seguir mintiendo más y decidió dejarme libre.
—Te hubieses cansado… —añadió mientras me peinaban sus dedos.
—Puede o le hubiese seguido hasta el fin, quizás. Nunca estuve tan enganchada a alguien. Era mi cuento perfect…—su dedo tapo mi boca.
—Los cuentos no son así, bichito, más bien fue tu pesadilla —se atrevió a corregir.
—Bueno, fui muy feliz a ratos, aunque todo se tratase de una farsa. Me despedí de la mejor forma que pude y me apeteció y continué mi camino. El broche de oro a una historia con final de mierda ¿sabes cuál fue? —negó con la cabeza mientras esperaba mi respuesta— Pues que gané un concurso de relatos organizado por una editorial donde relataba “cómo sobreviví a mi propio muso”. Era la primera vez que ganaba un concurso literario. Me dio mucho subidón!
—Es que cuando te pones….
—Estaba de resaca y casi se me termina el plazo de entrega. Ya sabes como escribo, improvisando. Ese es mi estilo… pero se ve que gustó. —repuse intentando volver a digerirlo —¿Sabes?
—Dime, cosa guapa —me dijo mientras ladeaba su cuerpo hacia el mío.
—Yo creo que no ha podido olvidarme. He entrado en nuestro sitio y él había estado antes. Supongo que se sigue acordando de mí y yo —expuse a regañadientes mientras me llevaba una uña a la boca —creo que no podré enterrarle nunca. Tengo un libro que me lo recordará para siempre.
—Quizás haya estado enamorado de verdad, no te digo que no… pero lo que está claro es que no era quien te vendió y lo sabes, de lo contrario hubiese dado la cara si tanto te quería. Ya conoces mi opinión sobre este tema…
—A finales de agosto —quise cambiar de tema— conocí a alguien. Nunca pensé que podría volver a ilusionarme con un chico pero estaba equivocada. En septiembre aprendimos juntos a patinar en línea. Me quedan muchísimas cosas por aprender todavía en la vida. Estoy deseando que vuelva el buen tiempo para volver a coger mis patines. También volví a sentirme universitaria saliendo dos días seguidos de fiesta y terminando en un after —relaté mientras una carcajada inevitable me asaltó — Tenías que ver ese antro! Un ruso enorme en la puerta, un árabe en recepción dándonos un papel a firmar. Una sala de fumadores dónde regalaban tabaco de liar y otra sala con esa música que adoro y que parece todo el rato la misma canción. Diferente y extraño. Octubre fue genial. Repetimos curso de patinaje, un nivel superior. Nos escapamos al País Vasco y me reencontré con amistades que aprecio muchísimo y nunca olvidaré. Dicen que un clavo saca otro clavo. Lo confirmo, pero es muy difícil dar con él. Tuve la suerte de encontrarle. También hicimos una ruta por Riaza. Le vi los colmillos al silencio más absoluto, se respiraba muchísima paz en la cima de esas montañas. La ilusión, sin embargo, quedó suspendida por razones ajenas a nuestra propia voluntad y aunque se nos quedó un mal sabor de boca, espero que podamos seguir riéndonos por todo y de todo.
—Me alegra que te quedes siempre con lo bueno —repuso con una sonrisa de esas que son capaces de hipnotizar a una manada de tigres hambrientos.
—Mi nuevo “yo” no va a amargarse con lo que no sale como se espera, la vida es demasiado corta. Y no hay que esperar nada de nadie, simplemente se debe disfrutar del presente y de lo que en cada momento te hace feliz. Mi diciembre vino cargado de nuevos amigos. Este ha sido un año en el que he conocido a muchísima gente, alguna muy importante en mi vida, otra simplemente digna de admirar y alguna, se ha perdido en el camino por razones que desconozco. He vuelto a recitar mis poemas junto a dos grandes y he pasado una de las navidades más emotivas de toda mi vida… pero esa, es otra historia. Así que si me preguntas cómo ha sido mi 2015 te diré que ha estado muy bien pero algo me hace pensar que el 2016 va a tender a ser espectacular porque… lo mejor siempre está por llegar y ya sabes cómo soy… si no viene, saldré a buscarlo!!!